De la pandemia


A estas alturas, ya todos sabemos de cuál pandemia les hablaré. La que nos tomó por sorpresa y la que, me atrevo a pensar, todos minimizamos en algún momento. Entre burlas y entre incertidumbre, pero ha tocado nuestra puerta. Y algunos incluso habrán lamentado alguna pérdida por ello. A decir verdad, todavía no sabemos las cifras finales, dado que esto aún no termina. Sin embargo, ya es momento de que plasme en letras todo lo que ha traído consigo a mi vida. 

Pandemic GIFs | Tenor

Para empezar, debo aclarar que anteriormente ya había vivido una pandemia: la de la influenza. Claro está que no la viví de la misma manera que la actual, dado que fue menos tiempo, menos riesgo, menos todo. Recuerdo haberme encerrado sólo una semana. En ésta voy para 5 meses, el próximo 2 de septiembre. 5 meses en los que sólo salí por despensa y ya últimamente ni a eso, dado que la pido a domicilio. 5 meses en que dejé a mi pareja con su familia y ella a mí con la mía. No he visto tampoco a amigos. Y hasta ahora que lo plasmo en letras es que me cae más el peso de todo ese tiempo. No hay comparación, nunca había vivido algo así. 

He aprendido, durante este periodo, que no nos gusta hablar de la muerte. Ni prepararnos para ella. Noté, en conversaciones con otras personas o con familiares, ya sea por WhatsApp o por teléfono, que la mayoría tiene miedo de morir. ¿Y quién no?. El punto es que evitando hablar de ello no ganamos vida, y considero importante estar consciente de la muerte, prepararnos tengamos la edad que tengamos. Ahora más que nunca creo debería cambiar nuestra percepción y prepararse lo mejor que podamos para cuando “nos lleve”. Tal vez el tener tradiciones tan pintorescas alrededor de la muerte nos haga ver, en otras naciones, más conscientes de ella. Pero les digo, no es del todo cierto. 

Y ojo, no me refiero a prepararse pensando a diario y muy preocupados que vamos a morir. Sino más bien me refiero a guardar memorias de lo realmente importante, a procurar (aunque sea a distancia) a la gente que sabemos realmente extrañaremos y a tener la consciencia lo más limpia posible. Esto último, con todo lo relacionado no sólo con nuestras relaciones personales, sino con la responsabilidad social, ética y ecológica incluso que tenemos. Siento que pasado el primer o segundo mes de la pandemia, al menos con mis allegados, toda esa buena onda y conexión de preguntar realmente cómo estábamos y cómo nos sentíamos, se nos fue yendo poco a poco. Y ahora todo el ajetreo de la vida pre-covid, la tenemos en la nueva normalidad, con el extra de que hay distanciamiento social. En resumen, un verdadero distanciamiento en todos los aspectos. Con esto último quiero decir que he aprendido también que, a veces, no aprendemos. Y pensamos que todo gira en función de nuestro tiempo y nuestros quehaceres. Y que todo seguirá igual cuando nos demos una oportunidad de pausar. Y no es así. Hay situaciones para las cuales sí queda el pensar hoy es un día más. Pero hay otras en que sabemos hoy es un día menos.

De la mano de esto del ajetreo, he aprendido también que tenemos enfermedades como sociedad desde hace un tiempo atrás. Y que algo así como lo que estamos viviendo, sólo saca a flote nuestras penurias. Hay cosas que ni en pandemia han cesado, específicamente hablando de mi país. Cosas graves que nos han lastimado y que nos siguen lastimando. Uno pensaría que podría haber una tregua, por los tiempos tan difíciles que todos atravesamos… pero no. Y entonces aprendí también, que hemos dejado de lado el pensar como colectivo. Como nación. Como pueblo. Tal vez nos sentimos entre extraños y por consecuencia no nos permitimos cuidarnos los unos a los otros. Y muchas veces, ni nos permitimos cuidarnos a nosotros mismos. 

Pero bueno, como toda situación, tiene un lado amable. Entre las cosas buenas puedo
decir que este tiempo lo he utilizado para guardar memorias. Sí, de esas que les platiqué antes. He
guardado momentos que probablemente no habría vivido con mi madre si el
bicho no se hubiera hecho presente. Es decir, entre los planes
individuales y el ritmo de la vida, dudo mucho me hubiese quedado cerca
de casa más de un mes. Y voilà, aquí me tienen. Le he enseñado a manejar
mejor su smartphone, a usar apps de noticias, YouTube y Spotify. Creo
que para aprender eso a sus 66 años (casi 67) es algo de lo cual debemos
sentirnos orgullosas, ¿no lo creen?. He escuchado las historias de su niñez y su juventud como si fuera la primera vez; muchas de ellas repetidas, pero qué importa escucharlas una vez más. Hemos compartido la cocina unas veces y ha descubierto que a mí me gusta más que a ella. Ni yo lo sabía. He constatado que los años doblegan ciertos orgullos. Como el hecho de acariciar a la mascota de la familia cuando antes no podía ni siquiera aceptar una en casa, pero que habrá temas relacionados al ser conservador que nunca darán su brazo a torcer.

Por otro lado y en cosas tangibles, he leído los libros que dado mi ajetreo normal, no había leído. En Marzo llevaba si mal no recuerdo un libro leído. Y en lo personal me pongo como meta leer uno al menos por mes, durante el año. Para esas fechas iba ya atrasada. Ahora, hasta adelantada voy para ser casi Septiembre. Probablemente para fin de año haga un post con los libros que haya leído en este año, ¿será buena idea?. 

En fin, creo que todas las ideas que traía en mente las he podido plasmar aquí. A grandes rasgos, la pandemia ha sido algo inesperado, y a su vez, algo de lo que personalmente he aprendido bastante. No está de más decir que también he tenido ciertos arrepentimientos con ello, como por ejemplo, pensar en un seguro de gastos mayores o en invertir en tener una caminadora en casa :P. Y bueno, seguramente seguiré aprendiendo conforme dure esto. No, más bien, conforme dure la vida :).

Gracias si llegaste hasta aquí, y por tu visita :).

 

 “…un aforismo en torno al tiempo haciendo con las pasiones lo que el viento con el fuego: si son breves como la llama de una vela, las devasta. Si son grandes como un incendio, las alimenta.” 

Del libro que estoy leyendo actualmente 🙂 

Mal de amores, Ángeles Mastretta


10 respuestas a “De la pandemia”

  1. Nuestra única esperanza era que la pandemia nos iba a hacer mejores, pero en muchos casos la irresponsabilidad ha ganado la partida y la gente se ha sumido en un desenfreno donde en muchos casos no importa el mañana.
    Un abrazo.

  2. ¡Hola! Acabo de descubrir tu blog y me quedo como seguidora. ¡Espero verte por el mio!
    Es una lastima que muchas personas no sean conscientes de el peligro al que se exponen no solo ellos sino también a sus familiares al no respetar las medidas sanitarias que impone el gobierno. Espero que todos saquemos una enseñanza de todo esta situación.
    ¡Nos leemos! Besos.

    • Hola, Stefany, ¡qué gusto tenerte por aquí!, ya te sigo :). Así es, esta situación en particular tiene consecuencias no sólo para nosotros, sino para las personas alrededor. Veremos al final qué tanto hemos aprendido. ¡Saludos!.

  3. ¡Hola, hola!

    Personalmente creo que la pandemia nos ha vuelto muy hipócritas, la gente en el estado de alarma estaba bastante consciente de todo, pero cunado ha terminado algunos parece que hacen la cuarentena del revés. Todo el día sin pisar la casa…

    Mil besos,
    Celia | 1000 LIBROS blog.

    • ¡Hola, Celia!, ya me lo imagino eso de la cuarentena al revés. Aquí en México están reactivando las cosas, ya veremos qué más nos trae por aquí. ¡Un abrazo!.

  4. Hola! Esta pandemia lejos de enseñarnos lo que debemos o tenemos que hacer, parece que ha logrado lo contrario. No se te ocurra en la calle decirle a nadie que se ponga la mascarilla por ejemplo, tal vez te juegues la vida.

    Creo que lo que yo he aprendido de todo esto es que tienes que cuidarte yú sol@ porque nadie va a hacerlo por ti, que no te metas en los auntos ajenos porque tal vez te escaldes, que la mayoría nunca aprenderán y volverán a caer en la misma piedra una y otra vez por toda la eternidad y que los que gobiernan solo se pelean entre ellos y la ciudadanía le importa un bledo. Y he aprendido que aquí en España, la gente se tomó vacaciones creyendo que el virus también lo hacía y ahora lo estamos pagando.

    Salud y suerte! (Mi nuevo grito de guerra)

    • ¡Hola!, creo tenemos este sabor amargo de darnos cuenta que nuestro lado humano es tan testarudo, tan irresponsable, tan egoísta e irracional. Y eso que nos vanagloriamos de ser los racionales. ¡Un abrazo y bienvenida por aquí!.

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